Conoce a Juan Pedro Franco, un mexicano de treinta y cinco años, que era considerado, hasta hace un par de años, el hombre más obeso del mundo.
Juan, no podía moverse, la obesidad lo tenía postrado en una cama, y le impedía realizar cualquier tipo de actividad por sí mismo. Fue dependiente de alguien para realizar sus aseos personales, como bañarse y comer, su vida era realmente triste.
Él comenzó desde que era niño con el problema de la obesidad, Juan Pedro aumentaba diez kilos con cada cumpleaños que pasaba. Haciendo de su vida un viaje largo y complicado. «Para los seis años ya pesaba 70 kilos» – comentó Juan.
Cuanto cumplió 17 años, el joven de Aguascalientes pesaba 250 kilos y el problema no terminó ahí. A esa edad Juan, tuvo un accidente, donde le obligo a quedarse en la cama. Haciendo que su sobrepeso empeorara mucho más, por la falta de actividad física.
En 2017 Juan había duplicado su peso, llegó a pesar 595 kilos, y fue cuando recibió un titulo de: “hombre más obeso del mundo” por la empresa certificada Guinness. “La obesidad siempre ha estado en mí y lo que tuvo que pasar es que no había conocido a la persona correcta que me apoyara y que me quisiera ayudar.” – agregó el joven.
Juan, conoció a un doctor llamado Juan Antonio Castañeda, quien junto a un equipo de interdisciplinarios desarrollaron una cautelosa estrategia para regresarle algo de calidad de vida a Juan Pedro. El médico Juan Antonio confesó que conocieron a Juan pedro, gracias a una televisora extranjera que los contactó para ver si podían ayudarlo.
Él y su equipo viajaron a Aguascalientes para conocerlo, y comenta que encontraron a un paciente en malas condiciones y postrado en una cama hacia una década, y pensaron en la posibilidad de no hacer nada. Para comenzar con la transformación de Juan Pedro, le asignaron una dieta mediterránea que pretendía hacerlo bajar de peso para reducir los riesgos intra y post operatorios.
Después Juan Pedro fue sometido a una cirugía de banda gástrica donde le retiraron entre el 75-80% de su estómago para que su ingesta de alimentos diaria disminuyera y poco a poco continuara perdiendo peso. Al poco tiempo se le realizó una cirugía de conversión de manga bypass gástrico y con ésta los resultados comenzaron a ser más evidentes.
El sobrepeso no era la única enfermedad con la que Juan Pedro vivía, y es que con ésta, el joven comenzó a sufrir diabetes, hipertensión y problemas pulmonares. Afortunadamente con la pérdida de peso, su salud comenzó a mostrar mejorías. Gracias a la segunda cirugía y a su dedicación, Juan Pedro perdió alrededor de 335 kilos en tres años.
Ahora con 260 kilos Juan Pedro puede levantarse de su cama, caminar sin necesidad de una andadera, bañarse solo y dejar atrás la vida tan atada que tenía. “Antes siempre estaba en un banquillo especial, ahora ya me puedo sentar en sillones normales.
Antes traía andadera, ahora puedo caminar con bastón; antes no me podía bañar de pie, lo hacía sentado y ahora ya lo hago solo.” – comentó con alegría Juan Pedro. “Para la gente puede ser algo equis (sin importancia), pero para mía es algo muy grande.” – añadió.
A pesar de que los resultados han sido positivos, la historia no ha sido nada sencilla. Para poder atender a Juan Pedro, su médico comentó que se tuvieron que hacer varias adecuaciones a la clínica. Se mandaron a hacer camas y mesas de quirófano especiales, pues la mayoría de las que existen no soportaban el peso del joven.
También fue necesario que Juan Pedro se mudara a Guadalajara, Jalisco durante los primeros dos años de su transformación. Afortunadamente todo su esfuerzo de seguir la dieta, cumplir con sus sesiones de ejercicios, aunados al increíble trabajo que realizaron el equipo de nutriólogos, psicólogos y otros expertos, valieron la pena y hoy Juan Pedro tiene una calidad de vida digna.
“Estamos contentos porque ya Pedro no toma medicamento para la diabetes, la presión, ni los problemas pulmonares… Lo único es el excedente de piel, que son unos 800-85 kilos que es lo que limita todavía un poco su movilidad y el funcionamiento para recorrer grandes distancias; eso en cuanto a movilidad, en cuanto a salud, tenemos ya un paciente sano.” – comentó el médico.
Lo que resta sería una operación para remover la piel redundante de su cuerpo, pues de no ser retirada ésta podría afectar su columna, cadera y rodillas. El médico de cabecera solicita apoyo de los especialistas en cirugía plástica y reconstrucción para que Juan Pedro no tenga más limitantes para hacer su vida normal.
Gracias a toda esta transformación, Juan Pedro ha regresado a su vida en Aguascalientes y ahora pasa mucho tiempo trabajando haciendo granolas, alegrías y pan para los vecinos. “Antes tenía una rutina de levantarme y estar en la cama 100% sin moverme, sin pararme. Ahora despierto, me levanto, desayuno y me pongo a hacer lo que tengo que hacer y hago ejercicio en la tarde.”
“Cada cambio que uno va viendo le va dando gusto, se va emocionando, van dando más ganas de seguir adelante y le da aliento de seguir y no parar.” Juan Pedro comentó también que gran parte de su transformación se debe a que siempre creyó en sí mismo y no se rindió, siempre tuvo la mente positiva para seguir avanzando y eso le dio las fuerzas necesarias para hacerlo.
A pesar de que sabe que también fue gracias a él, Juan Pedro no se considera un ejemplo de superación pero agradece a todas las personas que lo han apoyado y espera que sirva de ejemplo para muchas personas que creen que no pueden hacerlo. El doctor Castañeda comentó que México debería poner más atención en este tipo de pacientes, ya que son rescatables.
La falta de infraestructura para su tratamiento es un detonante para poder ayudarlos aún cuando nuestro país es el número uno en obesidad y en obesidad infantil. “En el ambiente médico, se trata a los pacientes con obesidad y sobrepeso como si ellos tuvieran la culpa, pero también es para informar a la gente y a las familias para evitar llegar a este tipo de situaciones.” – comentó el médico.
Ahora que Juan Pedro tiene más movilidad, sueña con viajar para conocer otras personas que sufren de obesidad y poder ayudarlos un poco a creer en sí mismos. “quiero hacerles saber que quizás muchas puertas se van a cerrar, pero alguna se va a abrir.”