La vida no es igual después que tus padres se vayan de tu vida.

Es ley de vida que los hijos sobrevivan a sus padres. Sin embargo, no es porque sea algo natural que podamos aceptar la muerte de nuestros padres tan fácilmente. Mientras tengamos un vínculo familiar significativo, enriquecedor y cálido, cualquier ausencia, cualquier separación es fuente de sufrimiento que nadie nos ha enseñado a enfrentar o manejar.

La muerte de una madre o un padre es un vacío que nunca llenaremos. Sin embargo, aprenderemos a vivir con esta herida, con este agujero en el corazón que aliviaremos con buenos recuerdos, fotografías o este legado que guardaremos para siempre en nuestra mente.

Los invitamos a reflexionar sobre esto y tomar conciencia de algunas estrategias para enfrentar estos difíciles momentos de crisis.

La muerte de nuestros padres, un momento para el que nadie está preparado
El dolor por la muerte de nuestros padres será de acuerdo a la unión que tuvimos con ellos. No importa si lo nuestro ya era una vida independiente donde ya teníamos nuestra propia familia. El legado emocional y experiencial construido con un ser querido no incluye tiempo, distancia o años.

Dentro de nosotros seguimos siendo esa persona que necesita orientación, que agradece un abrazo paternal, una mirada confiada de nuestra madre que nos ofrece el aliento que solo ella nos puede dar.

Somos seres sociales y emocionales, y la unión que formamos con nuestros padres es tan íntima que cuando ocurre una pérdida, muchas dimensiones dentro de nosotros se fragmentan. Por lo tanto, le sugerimos que tenga en cuenta estos aspectos.

Todos vivirán el duelo de una manera

El duelo es el proceso personal por el cual aceptamos la pérdida de un ser querido. Según una investigación publicada en 2013 por la revista Psycho-oncology, las fases pueden ser las siguientes:

La negación.
Ira.
Negociación o acuerdo.
Expresión de dolor emocional o depresión.
Aceptación.
Aunque estas son las etapas más comunes, debemos entender que cada persona las afrontará de forma diferente.

Con esto queremos decir que no debemos ofendernos si un hermano u otro miembro de la familia no parece afectado o reacciona exageradamente. El dolor se canaliza de manera muy diferente y no todos somos igualmente hábiles para lidiar con él.

Solo es cuestión de encontrar tu propio «canal», el que más desahogo te dé. Habla con tus seres queridos, quédate solo, mira fotos y llora todo lo que necesites. El sufrimiento día a día será menor y, lo creas o no, podrás seguir adelante de nuevo.

Una pérdida sin despedida, ¿cómo afrontarla?

La muerte de nuestros padres puede deberse a varios motivos. Una larga enfermedad, un accidente, un infarto inesperado…

Lo que suele doler más cuando se pierde a un ser querido es no poder despedirse.
A veces muchas personas pierden a un ser querido tras una discusión, tras un malentendido o una mala palabra. Esto marca un sufrimiento muy difícil de sobrellevar.
No podemos retroceder en el tiempo para arreglarlo. Sin embargo, es necesario centrar nuestros pensamientos y emociones en esto: un padre o una madre saben muy bien cuánto los ama un hijo. No hay rencor.

No importa los desacuerdos ocasionales. El vínculo es tan fuerte, noble y sincero que debemos poder despedirnos de ellos con seguridad y tranquilidad, porque siempre estarán con nosotros, sabiendo cuánto los amamos.

La necesidad de volver a sonreír tras la muerte de nuestros padres

La pérdida de nuestros padres nunca se supera, porque es la herida de nuestras raíces. Sin embargo, aprenderemos a vivir sin ellos y nos permitiremos volver a ser felices siempre que tengamos en cuenta estos aspectos:

Nuestros padres nunca querrían que viviéramos dominados por la tristeza. Puede sonar duro, pero necesitamos volver a sonreírles y hacer de nuestra felicidad de hoy una forma de honrar su memoria.

No dudes en llenar tu mente con hechos positivos del ayer, momentos enriquecedores que te ofrezcan fuerza y ​​ánimo.

Los grandes momentos que has venido a compartir con tu padre o tu madre son regalos emocionales que, a su vez, debes transmitir a tus hijos. Son un legado de amor y cariño que nos hace crecer como personas. Además, nos une a un origen que no debemos perder.

Todos, en algún momento, tendremos que enfrentarnos a una despedida para la que no estamos preparados. Sin embargo, el amor de hoy será la fuerza de mañana. Aprende a vivir el presente, a disfrutar plena y sinceramente de tus seres queridos.