Si alguna vez has comido en un restaurante, te habrás dado cuenta de que con la cuenta suelen venir con un caramelo o menta. Es un pequeño gesto que puede pasar desapercibido, pero ¿por qué los restaurantes hacen esto? ¿Tiene un propósito particular?
De hecho, ofrecer un caramelo o una menta después de la comida es una práctica bastante habitual en el sector de la restauración. Hay varias razones detrás de esto:
Satisfacción del cliente: El principal objetivo de cualquier restaurante es conseguir que sus clientes tengan una experiencia agradable y satisfactoria. Ofrecer un dulce o una menta después de la comida puede ser un pequeño detalle que ayude a los clientes a sentirse valorados y cuidados. Este pequeño gesto puede marcar la diferencia entre una buena y una gran experiencia de cliente.
Fidelización de clientes: Ofrecer un caramelo o una menta es una forma económica y eficaz de fidelizar a los clientes. Es una forma sutil de decir «gracias por visitarnos, esperamos que vuelvas pronto». Además, los clientes pueden recordar este pequeño gesto y hablar positivamente del restaurante con sus amigos y familiares.
Refresca el aliento: muchas veces después de una comida, el aliento puede ser un poco «pesado» o con olores fuertes. Es por eso que muchos restaurantes ofrecen mentas o chicles sin azúcar para que los clientes puedan refrescar el aliento antes de salir del establecimiento. Esto puede ser especialmente útil para las personas que tienen una reunión o evento importante después de la comida.
Aumente las propinas: Si bien no todos los clientes dan propina, aquellos que lo hacen pueden dejarse convencer por un pequeño gesto como este. Algunos estudios sugieren que los clientes que reciben dulces o mentas tienen más probabilidades de dejar una propina mayor que los que no los reciben.
En resumen, ofrecer un caramelo o una menta después de la comida no es un detallito insignificante. Este gesto puede tener un impacto significativo en la satisfacción del cliente, la lealtad, la frescura del aliento y, potencialmente, las propinas. Es un ejemplo de cómo un pequeño detalle puede marcar una gran diferencia en la experiencia general del cliente.