¿Por qué miramos el atardecer con el Sol Rojo?

El color de la luz que perciben nuestros ojos depende en gran medida de los fenómenos atmosféricos y varía en función de la hora del día y de la posición que ocupa el sol en el cielo y también de las condiciones particulares de cada momento.

Ayer, poco antes del atardecer, el sol se tornó de un color rojo intenso, tan intenso que parecía irreal, mucho más fuerte de lo que podemos ver en un atardecer normal.

A lo largo de la tarde, una bruma muy densa de color naranja pálido cubrió gran parte del horizonte y estas condiciones tuvieron mucho que ver con el extraño color del sol.

Que el sol se torne anaranjado o rojizo al atardecer tiene una explicación física relacionada con las propiedades de la luz y se conoce como dispersión de Rayleigh. Los rayos del sol interactúan con la atmósfera y con las numerosas partículas y aerosoles que en ella se encuentran. La luz visible que proviene del sol comprende sólo una parte del espectro electromagnético que tiene diferentes longitudes de onda, que asociamos con los diferentes colores que percibimos. Las longitudes de onda más cortas corresponden a violetas y azules, mientras que las longitudes de onda más largas corresponden a naranjas y violetas. De esta forma, cuando la luz penetra en la atmósfera estas ondas pueden reflejarse, dispersarse o refractarse.

Al atardecer la luz atraviesa más atmósfera que cuando está en el cenit y por tanto, las longitudes de onda más cortas (azul) se dispersarán más al chocar con un mayor número de partículas suspendidas en ella. Por el contrario, las luces cálidas (rojas y naranjas), al tener una longitud de onda más larga, se dispersarán menos y por tanto llegarán en mayor cantidad a nuestra retina.

Cuantas más partículas suspendan en la atmósfera, más rojo aparecerá el sol. Pero la densidad de estas partículas puede variar en función de las circunstancias particulares de cada momento y pueden ser de varios tipos: aerosoles naturales, arena del desierto arrastrada por el viento, contaminación o cenizas de una erupción volcánica o de un gran incendio.

En el caso del sol rojizo de ayer, poco antes de tomar esta fotografía, se divisaba sobre el mar una densa neblina, muy distinta a la frecuente niebla que suele aparecer tras un día de fuerte calor y elevada humedad. No sería extraño que el origen de esta calima estuviera en los terribles incendios que azotan estos días Galicia, especialmente Ourense y Lugo y que han sido arrastrados por los vientos del oeste, pero también en el humo llegado de los grandes incendios de California. de allí a Europa llevado por la poderosa corriente en chorro que cruza el Atlántico.