Muchísimas personas no entienden lo importante que es el nacimiento de un hijo. A veces por falta de educación o madurez, otra por estar sobrepasados con problemas económicos, y muchas otras causas. En este caso, la mamá de Adam quedó espantada con lo que padecía su hijo, así que decidió dejarlo en la clínica. La enfermera que lo encontró quedó aterrorizada.
La enfermera, cuando vio al bebé abandonado en la vereda, lo tomó de inmediato para llevarlo a emergencias y que lo examinaran. Pero pasaba algo extraño.
El bebé no tenía extremidades. Nació con un extraño síndrome, con el nombre de Hanhart. Es una enfermedad que deforma la cara, la lengua, y no les permite desarrollar sus extremidades.
El pequeño fue puesto en adopción en un orfanato, pero es muy poco probable que alguien quiera acoger a un niño con esas condiciones. Este pequeño demandaría atención todo el día, con una responsabilidad demasiado grande. Parecería que lo único que le deparaba el futuro es vivir en cama, y sin contacto social.
Sin embargo, contra todo pronóstico, Janelle, que se enteró sobre el caso de Adam, tuvo el deseo de adoptarlo junto a su esposo Ron. No les tomó mucho decidirse, así que viajaron hasta Brasil para adoptarlo, pero enfrentaron muchas dificultades.
Los procesos de adopción son complejos, y más si se trata de un país ajeno al nuestro. Los papeleos se hacen interminables. A pesar de eso, la pareja luchó por conseguirlo, y llevaron al niño a casa. Ahora no solo tendría un hogar con padres amorosos, sino también 13 hermanos con los que crecer.
Le dieron un nuevo nombre, Gabe, y lo llevaron a vivir en los Estados Unidos.
Al día de hoy Gabe ha crecido y se lo ve feliz. Pero no podemos ignorar los desafíos que le depara la vida, hoy y en el futuro. Muchos se burlan de su cuerpo, otros lo agreden. Ir al colegio es demasiado difícil, ya que lo dejan marginado, causándole gran tristeza.
Así y todo, sus padres siguen dándole aliento, y Gabe no permite que su padecimiento lo condicione. Ya aprendió a leer y escribir, incluso puede textear mensajes y bañarse por su cuenta. Poco a poco iba ganando más independencia, y esto a solo 12 años de edad.
Hoy día Gabe, o como lo llama de cariño, Gaby, se ha convertido en un bailarín increíble. Es el mejor de su escuela, y participa en el grupo de danza. Ha tenido buenos resultados en competiciones, pero además esto le sirve como manera de expresar lo que siente y desahogarse.
Ya es todo un hombre, con sueños y metas que nadie le impedirá cumplir. Además, desea ayudar a otros, inspirándolos a seguir adelante a pesar de cualquier impedimento que la vida les ponga.
No quiere desperdiciar su dura experiencia de vida, pudiendo mejor canalizarla en ayudar a quienes lo necesitan. Gabe viaja por el mundo inspirando a gente con discapacidades.