La vida de cada mujer es completamente diferente, pero quizá el hilo mayor es el descubrimiento de que cada una de ellas no está sola, no son las únicas mujeres que tuvieron madres que no pudieron o no querían amarlas.
La desaprobación de las madres y sus hijos retratan muchos efectos adversos en la vida adulta. El ser amoroso, el ser calculador, incluso el ser frio tienen un poqué. En este descubrimiento intentaremos aliviar y dar nombre al problema y así eliminarlo por completo.
Traumas comunes de las mujeres que no recibieron amor de su madre.
Dificultad para establecer límites
Muchas mujeres que están atrapadas entre la necesidad de la atención de su madre y la ausencia de esa atención informan que están constantemente tratando de complacer a los demás en sus relaciones adultas. O que son incapaces de establecer los límites necesarios para tener relaciones sanas y emocionalmente satisfactorias.
Falta de confianza
Sabe que no fue amada cuando era pequeña, por lo que cree que no es diga del amor y la atención de las personas. Haber crecido ingorada, o criticada en todas partes solamente incrementaron este sintoma. Recuerda la voz de su madre diciendole que no es inteligente, hermosa, amable o digna.
Mucha sensibilidad
La mujer que no fue amada de niña puede ser sensible a los insultos, reales e imaginarios. Un comentario al azar puede recordarle las experiencias de su infancia sin que ella se dé cuenta.
A veces, confundo una burla con otra cosa y me preocupo hasta la muerte hasta que me recupero y me doy cuenta de que la persona no quiso decir nada con eso. Tener una madre sin amor también significa que estas hijas a menudo luchan por controlar sus emociones, tienden a analizar en exceso y a pensar por sí mismas.
Verse a sí misma con mucha claridad
Una mujer comparte lo que eventualmente aprendió en la terapia: «Cuando era niña, mi madre me limitaba enfocándose siempre en mis fallas y nunca en mis éxitos. Después de la universidad trabajé en muchos trabajos, pero en todos ellos mis superiores se quejaron de que no me estaba esforzando lo suficiente para desarrollarme.» Esto se debe en gran parte a la internalización de todo lo que escuchó mientras crecía.
Estas distorsiones de la imagen propia pueden extenderse a cualquier área, incluida la apariencia. (Personalmente, revisé fotos de mi adolescencia, buscando a la chica que mi madre llamaba «gorda». También me llamó «repulsiva», lo que desafortunadamente no es tan fácil de confirmar o refutar en una foto; eso tomó años).
Otras hijas informan sentirse sorprendidas cuando tienen éxito en algo y son reacias a probar algo nuevo para reducir la posibilidad de fracaso. Esto no es solo una cuestión de baja autoestima, sino algo más profundo.